Cerrado el Paraíso, la gente encontró en los bares un sucedáneo. Las tabernas del mundo desde entonces se llamaron Babilonia.
Salida
Cerrado el Paraíso, la gente encontró en los bares un sucedáneo. Las tabernas del mundo desde entonces se llamaron Babilonia.
Forense
A fuerza de practicar la autopsia a las palabras descubrió, en sus cadáveres, claros síntomas del atrofiado pensamiento humano.
Vagabundos
Al salir de casa se topó, sin quererlo, con un rhinovirus que deambulaba por la acera. Tenía un aspecto lamentable. En un acto de humanidad le dijo se cuidara que tenía mala cara. “Márchese a casa, métase en la cama y descanse”. Enfadado, el rhinovirus se revolvió contra él y lo colonizó.
Para la fiebre alta y los estornudos el médico le ha mandado paracetamol y tomar mucho líquido. Un alma caritativa le prepara infusiones calentitas de miel con limón. Contra la ingratitud, nada. Curarse, si acaso, y caminar de nuevo.
Cuentos mínimos
Deporte de riesgo
Los dedos de la mano izquierda sobre la asdf y los de la derecha encima de la ñlkj y comenzó la gran aventura.
Milhojas
Hay otros cuentos pero están en éste.
Violencia verbal
El gerundio ofuscado me quiso golpear con su terminación. En ese momento imploré a Valle Inclán y concluí el cuento.
Lunación
Me pone una media luna —le dijo al camarero—. Y esa noche hubo cuarto menguante.
Amor húmido
Un argonauta encontró a una sirena y le prometió su amor. La sirena pensó que era una buena oportunidad para cambiar a una vida menos húmeda. El tiempo, en cambio, no le dio la razón. Las lágrimas anegaron cada día de su futuro.
Cuentos en miniatura
Claustro
Cada noche el hombre leía el libro bajo la luz de la farola y cuando lo cerraba concluían los sueños.
Fuga de cerebros
Dejó de pensar en el preciso instante que, cautivado por una idea seductora, huyó con ella.
Extravío
Tenía que dar un recital de poesía y perdió la erre por el camino. Fue una tarde de versos gangosos.
Seguridad gramatical
Los artículos personales serán escaneados en los aeropuertos.
Pizarra mágica
El profesor escribió en la pizarra la palabra ‘coloide’. Al girarse hacia la clase todos sus alumnos habían desaparecido.
Mantis amorosa
Lo besó y nunca más se supo.
El narrador pigmeo
Fue un escritor con muchos textículos.
Cuento predador
Devoró al lector.
Egoístas
Ocultación
La pelota dibujó una hipérbola en cielo hasta que tapó el sol y se produjo un eclipse de fútbol.
Declaración de finales
Llegó el juez y dijo: «que se levanten los condenados a muerte». Y toda la humanidad se puso en pie.
Embebimiento
Le pidió un ratito de ternura sensual. Ella lo abrazó entre sus pechos y él desapareció.
Noctívagos
No dejaron de amarse durante toda la noche y cuando amaneció supieron que no existían.
Ficción súbita
Un punto final
En su blog publicó una frase de su autor favorito y cuando éste la leyó se suicidó.
Paladar
Degustaba un exquisito concierto de música hasta que una fusa se le clavó en la garganta y estuvo a punto de morir ahogado.
Indecisa
El hombre del semáforo le parpadeó varias veces consecutivas y, por una vez, ella supo que podía pasar al otro lado de su vida.
Quisicosa
Escribió un cuento incomprensible y lo dio a leer. Todos entendieron el final menos el autor.
Empuje hidrocéfalo
Por comprobar el principio de Arquímedes, sumergió su cabeza en la bañera y comprobó que el mundo se inundaba de ideas mientras él se ahogaba.
Heroína
Lo mató con la mirada.
Cuento apócrifo de Navidad
La niña de los fósforos encendió una a una todas sus ilusiones hasta agotarlas y se volvió escéptica. Al final se levantó del suelo y reclamó las condiciones a una vida digna y el reparto por derechos de autor de Hans Christian Andersen.
Microcuentos
Cantos de sirena
La sirena sonó y Ulises ingresó en la UCI.
Erudito
Hablaba siempre en pasado. La mayor parte de su vida la dedicó al estudio de las lenguas muertas.
Inmolación
Miró el expositor de arriba abajo y de izquierda a derecha con ojos anhelantes. Luego dijo: «dame un pastel... aunque me muera.»
Glaciación
Al descongelar el hielo de su frigorífico se quedó helado pero, después de muchos años, volvió a sonreír.
Cuchillo
Se hirió con sola una palabra.
Flechazo
Se enamoró de una ecuación de segundo grado pero su amor no tuvo solución. Nunca supo despejar la incógnita que había en su mirada.
Diógenes
El diagnostico del médico fue claro: «tiene usted una tos perruna».
Spot
El mejor microcuento del mundo, próximamente, en este lugar.
Anticuento
Quiso contar el mejor microcuento del mundo y fracasó.
Lecturas escogidas
Dijo: «No fui yo». Y cerró el libro.
Pésame
Fue a dar las condolencias a un conocido por el fallecimiento de un familiar. Al acercarse a la casa vio la mesilla con el libro de firmas y las sillas en la puerta. No era una tarea grata pero había que cumplir. Fuera no había nadie y pensó que quizás era muy pronto o muy tarde. La puerta de la calle estaba abierta pero en el recibidor las sillas permanecían vacías. Tampoco se escuchaba ningún ruido que advirtiera de la presencia de gente en la casa. Se extrañó y dudó si entrar o marcharse para regresar después, pero se dijo que ya que estaba allí no era cuestión de volver otra vez. Entró con parsimonia mientras buscaba con la mirada la presencia de alguien en la vivienda. El velatorio estaba vacío. Su olfato lo orientó hacia el olor a crisantemos, gladiolos y lirios que emanaba desde una habitación al fondo de la casa. Durante un instante estuvo desconcertado sin saber hacia dónde ir, pero se decidió y llegó hasta la habitación donde estaba el féretro. El cadáver no estaba y en su lugar un cartel indicaba: «ni vivo ni muerto». Sintió un repentino escalofrío y se marchó. Caminó molestó durante un rato porque consideró inútil su acción y, sobre todo, se sintió frustrado por no haber podido dar el pésame a nadie.
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