Instrucciones de uso para hacer la o con un canuto




En el uso del canuto para hacer la o, es primordial saber elegir, previamente, el tipo de material de que está formado el mismo, dado que condicionará la calidad de cada o escrita al final del proceso.
Si se opta por trabajar con uno compuesto por elementos vegetales, las oes obtenidas tendrán la singularidad de cargar sus círculos en curvaturas vegetarianas. Si por el contrario resulta que se escogen materiales prefabricados, tipo PVC, abundarán las redondeces escuálidas y antipáticas que se reconocen en palabras como odio u omóplato.
Es por ello que la arbitrariedad no debe presidir el juicio de la elección y hay que tener buena mano para escoger el canutero.
El tipo de tinta es, por igual, un componente importante en el proceso de creación de oes. No es lo mismo una tinta china que la destilada del pulpo o calamar. El orbital de la o puede tender a ser plasmado con bordes más contundentes o livianos, según el tintado.
La templanza en el pulso es, finalmente, el requisito más significativo para los hacedores de oes con un canuto. Su habilidad en adquirir la técnica de plasmación de la o determinará su endeblez tipográfica, el trazo longitudinal cerrado, la esfericidad de su espíritu y su eterna redondez.


Juicio




Mamá no tuvo la culpa de echar al bebé en la lavadora, junto con la ropa de la colada. Fueron los nervios y por eso el juez la condenó a una calma perpetua.


Abducción pictórica




La mujer que vigila la cuarta sala del museo, dedicada al impresionismo de Toulouse Lautrec, observaba como un hombre se embelesa frente a un cuadro. Cada día visitaba la sala y se quedaba impasible largo rato con la mirada fija en la obra. Después se despedía de la mujer.
La vigilante, abonada a su rutina, en una ocasión levantó la vista del libro que leía y vio al hombre enfrentado a la pintura nuevamente. Volvió a embeberse de letras hasta que terminó su turno de trabajo y cayó, entonces, en que el hombre no se había despedido. Desde ese día no lo volvió a ver por el museo.
Ahora, cada vez que vuelve a su rutina laboral y mira el cuadro 'Baile en el Moulin Rouge', siente una especie de repelús.


Domingo de minificción




Lunes no supo qué hacer aquella tarde de sábado llena de adolescentes díscolos y gente muy arreglada.


Paladar quemado




Atravesó la pared y, sin decir nada, se sentó a la mesa como uno más. Ningún comensal le advirtió que la sopa estaba muy caliente.


Espíritu maligno




El bebé lloró toda la noche de hambre y murió al amanecer. A Munashe, una joven mujer zimbabuensa, el llanto se le quedó dentro y enloqueció.


Buen apetito




Arañó el borde de la aurora con una gubia. Lo metió en un trozo de pan negro y se desayunó, como todas las mañanas, con la ilusión de la luz.


Artes marciales




Un dolor le asaltó al cuello, lo dobló y lo obligó a hincar la rodilla en tierra. Su consuelo fue saber que el dolor era cinturón negro.

Clarividencias




Sentado a la puerta de la catedral de Notre Dame un hombre ciego se anuncia como vidente. ¿Logras ver el futuro? , le preguntan. Sí, puedo ver un porvenir invidente.


A la vuelta del tiempo




En los últimos treinta años, cada vez que se marchaba de aquella oficina, tras una larga jornada de trabajo, sentía que olvidaba algo. Después recapacitaba: «mañana veré».

Un día no pudo aguantar más esa sensación y volvió para ver qué era. Entonces descubrió, asombrado, que se había dejado allí su vida, sentada en aquella silla junto a la mesa. La reconoció por ser tremendamente joven y entusiasta. Utópica y arriesgada. Pero sobre todo inusada. «Si pudiera recogerla», pensó. Y se marchó, entristecido. Más que nunca.



Regresión




El monje zen se asomó al abismo y dijo: «un paso atrás es un nuevo camino.»