Mendigo



Aquel hombre sentado en el suelo de una calle céntrica, mugriento y pedigüeño, no quería dinero. Escrito a mano, con trazos de ansiedad, sobre un trozo de cartón se podía leer: dame tiempo.


1 comentario:

Zeth Arellano dijo...

Me encogió el corazón...muy lindo!