Vecindad




La encontré al entrar en el ascensor. Me miró a la cara y me dijo: «piensa lo que quieras pero piensa.»


Declinaciones




Este niño sabe hablar latín ―defendió la madre muy ufana―, lo que llevó al profesor a preguntar al pequeño de cuatro años sobre el ablativo singular de la tercera declinación del verbo saber.


El precio del oro




El rey Midas continuó transformando en oro todo lo que tocaba. Hasta tal punto hubo abundancia de este metal que su valor se depreció y llegó a valer como el hierro viejo.


El infierno perfecto




Todo era impecable en su vida: familia, trabajo, amigos, situación económica. Tan impecable era todo que se hizo insoportable.


Genómica




Decidieron reproducir su ADN a partir de una muestra de su cadáver para recuperar el genio de su escritura. Al abrir la tumba del cementerio de Montparnasse no encontraron los restos de Cortázar. En su lugar sólo había varios montones de palabras.



Clientela




El camarero estaba a punto de cerrar el bar tras una larga jornada de más de doce horas. Un hombre entró y le pidió la última copa. Le salió gratis.


Epistolaria




Remití una carta cuyo destinatario era yo mismo. Cuando recibí la misiva me sacudió la impresión de que me escribía un extraño. Y la devolví sin leerla.


La ciudad escrita




Edificios, calles, plazas, interiores y exteriores, todas las superficies de aquella ciudad habían sido pintadas con los textos escritos de miles de libros. Era un castigo para sus habitantes que nunca leían. Ahora mientras andaban por la ciudad o viajaba en trasporte miraban atónitos el decorado porque se habían vuelto analfabetos.